En el 2014 ve la luz esta pequeña plaza que alberga la barbería, en homenaje a Crescencio Esteban, mi tío, el barbero en los años de mi infancia. Encontramos un escaparate con ropas originales que pertenecieron a los bautos y bautas de principios del siglo pasado, donados por sus herederos.

 

El horno de pan, otro espacio que nos evoca ese olor a pan recién hecho que invadía todo el barrio, cuando en los pueblos había tanta vida y se cocía el pan nuestro de cada día. Por el horno se accede a la botica, donde hierbas y plantas, morteros y alambiques, calderos y otros recipientes se ponen de acuerdo para conseguir esos brebajes que dan remedio a las dolencias de la época.